Cuando niños, creemos que todo es reír, pasear, cantar, saltar, jugar con hermanos o amigos, inventar entretenciones... ¡la vida es algo grande y hermosa!
Sin embargo también a corta edad, se es capaz de sentir penas y dolores, pero eso pasa pronto. No aparece la consciencia del sufrir permanente, y volvemos al mundo activo (o hiperactivo) de niños.
Más, algo queda en nuestros recuerdos.
Hoy, y mirando (desde mi baja estatura) y con muchos años más (¡uff!), creo haber mantenido lo positivo de esa niñez y proyectarlo en la ayuda a niños y jóvenes.
Saco por conclusión que: ¡Cuesta crecer!
Sobre todo cuando hay gente que desde pequeña sufrió por no haber tenido a sus padres, ambos o uno solo. Los pilares de su organización como personas no estuvieron justo cuando más los necesitaban... Y alguien (bondadoso, positivo, admirable!) se hizo cargo de cada una de esas personitas que estaba sola. Un abrazo para todos aquellos que han cobijado a tantos y tantos pequeños o más grandecitos.
Por ahora
Brújula